El flamenco no olvida a Camarón de la Isla

EL FLAMENCO NO OLVIDA A CAMARÓN DE LA ISLA




Hace ya 20 años, el 2 de julio de 1992, murió prematuramente Camarón de la Isla y en el mundo del flamenco aún parece que fue ayer. Su voz de rabia y miel sigue sobrecogiendo. Y su vida también. La historia de un gitanito rubio de San Fernando convertido en atormentado mesías canastero.

La palabra mito se usa con mucha ligereza. Mitos, lo que se dice mitos, hay muy pocos. Y la mayoría una vez muertos. Camarón lo era en vida. Absolutamente. Cuando en los años 80 intervenía en un festival flamenco aquello solía devenir en enfebrecido fenómeno de masas. Prendía la locura colectiva y hasta el aire se estremecía. Ni que decir tiene que su temprana desaparición amplificó la leyenda hasta el infinito, pero el mito había ya habitado entre los mortales. En carne y, sobre todo, huesos.




"Volando voy", cantaba. Y volando han pasado también para muchos los 20 años que se cumplen de su fallecimiento. En el hospital de Can Ruti (Badalona) tras meses de constantes rumores y desmentidos sobre su salud. 41 años y 6 meses antes, aún en pleno rigor de la posguerra, nacía José Monje Cruz en un patio de vecinos. Lo de la Isla le venía por ser de San Fernando (Cádiz) y lo de Camarón se lo puso por su pelo rubio un tío suyo; el mismo que también bautizó a su adorada Perla de Cádiz. Y todavía antes de ser el Camarón, se le conocía por otro apelativo de origen familiar: el Pijote Chico. 



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