Aunque resulte paradójico, la mayoría de las veces escuchamos canciones tristes cuando sentimos pena por algo. Debería ser al contrario y utilizar música alegre para animarnos, pero casi nunca es así e incluso aún sin tener ningún problema en ocasiones preferimos escuchar este tipo de canciones por la emoción que provocan.

El éxito de las canciones tristes se da por la conexión emocional y psicológica que provocan entre quien las canta y quien las escucha. Sentirse identificado con un drama, un dolor, la pérdida, es la forma de no sentir soledad al saber que le ocurre a mucha gente. Escucharlo en boca de alguien famoso que posee una voz melódica que nos gusta nos hace ver que somos humanos. Saber que a las personas que admiramos les suceden las mismas cosas, o hablan sobre ellas, que a nosotros, nos hace juzgarnos de otro modo. La tristeza se convierte en algo bello y consigue que comprendamos a los demás, incluso a través de la melancolía se halla el sentimiento de amor y la posibilidad de la felicidad.